Las flores son elementos que resultan atractivas por la belleza y por las formas caprichosas de sus pétalos, así como por el colorido de los mismos. En ellas encontramos prácticamente toda la gama de colores del espectro visible para el sentido de la vista del ser humano. Asimismo, tampoco podemos negar que las flores con olor nos parecen mucho más interesantes y atractivas. La prueba está que, en cuanto, por ejemplo, vemos una rosa, siempre tratamos de acercarnos a olerla.
Por este motivo, las flores, además de utilizarse para decorar jardines y macetas, además de utilizarse para aportar un extra de elegancia y glamour en los centros de mesa, también se utilizan para elaborar distintos tipos de perfumes. Pero, cuando pensamos en ello, inmediatamente, nos asalta una nueva pregunta: ¿por qué huelen las flores? o ¿cuál es el sentido y la finalidad del aroma de las mismas?
Si eres un/a apasionado/a de las flores y sientes curiosidad por saber el porqué de los olores de las flores, has llegado al lugar correcto. En este artículo vamos a tratar de explicar por qué sucede y cuáles son los motivos principales más aceptados de forma general. Por ello, si te interesa, no deberías perderte la lectura de este post. ¡Estamos seguros de que te resultará más que interesante!
¿Sabes por qué huelen las flores?
Como hemos comentado, una de las características principales de las flores, que puedes regalar en San Valentín. es su aroma o fragancia. Cada una de ellas tiene un olor totalmente diferente al de las demás que hace que sean muy particulares y, además, se debe a una muy buena razón: la reproducción y la supervivencia de algunas especies de plantas, especialmente de aquellas que florecen.
Es decir, muchas plantas utilizan las flores para atraer a determinados insectos que se encargan de la polinización. Lo hacen a través de los llamativos colores de sus pétalos, así como del aroma que desprenden. De esta manera, algunos insectos, como, por ejemplo, las abejas, acuden a las flores para recoger el polen o el néctar que estas contienen en su interior.
Otros insectos, simplemente, se ven obligados a entrar entre los pétalos para beber el néctar que estas producen. De esta manera, el polen se queda impregnado en el cuerpo de los mismos. Gracias a ello, el polen que producen se dispersa entre ellas y, de esta manera, se produce la fecundación que dará lugar al nacimiento de unas nuevas semillas que contienen el material genético de la planta y que germinarán en el suelo cuando las condiciones de temperatura y humedad sean las adecuadas. ¿No es fascinante cómo la evolución -y la naturaleza- han dado lugar a unas estrategias de reproducción tan eficientes?
Los olores de las flores “llaman” a determinados insectos
Hemos dicho que el aroma de una flor llama a los insectos, pero también es cierto que no todos los olores de las flores llaman la atención de los mismos tipos de insectos, sino que hay algunas flores que han evolucionado de tal manera que una especie concreta de insectos se encarga exclusivamente de su reproducción. Por supuesto, esto se complementa con los olores.
Por ejemplo, podemos decir que hay determinadas plantas, como la flor de la glicina, que, gracias a el color amarillo y el azul y al aroma tan potente que desprenden, atraen mucho tanto a las abejas como a los abejorros. Lo mismo ocurre con las rosas, que aprovechan las horas más cálidas del día para desprender con mayor fuerza su llamativo aroma para atraer a estos insectos
Por este motivo, se suele decir que hay que proteger las poblaciones de determinadas plantas junto con determinados insectos, ya que la extinción de una de estas dos especies puede significar inmediatamente la desaparición de ambas.
Las flores con olor se pueden defender de los depredadores
También ha quedado demostrado que, a pesar de que hay olores de flores que no olemos los seres humanos, otras especies de animales, sobre todo, los herbívoros y otras especies de plantas, son capaces de detectarlas. De este modo, cuando una planta se encuentra con un depredador, comienza a liberar un determinado aroma que hace que los vegetales de la misma especie que se encuentran alrededor liberen la misma fragancia.
Esta funciona como una especie de repelente que los depredadores interpretan como una especie de toxina. Asimismo, las plantas aprovechan esta fragancia para atraer a determinados insectos que se dedican a la polinización. De este modo, las plantas son capaces de desarrollar mecanismo de defensa contra depredadores en algunas situaciones determinadas.
¿Cómo se aprovecha el aroma de una flor?
Cuando una flor abre sus pétalos por primera vez, normalmente, es el momento en que va a liberar un aroma más intenso. Conforme la flor va envejeciendo y marchitándose, esta va perdiendo, poco a poco, el aroma que tanto la caracteriza. Por ello, si quieres aprovechar al máximo el aroma de una flor, debes obtenerlo en el momento más propicio. Lo mejor es cortarlas y recogerlas cuando estas son jóvenes y desprenden un olor más intenso.
Posteriormente, tan sólo debes dejarlas secar para poder obtener su fragancia de la mejor manera posible. Normalmente se deben secar colgadas boca abajo en un lugar que se encuentre a la sombra y que sea fresco y seco. Dependiendo del tipo de flor que elijas para extraer su aroma, tendrás que dejarlas secar o bien, durante algunas semanas, o bien, durante algunos meses. De esta manera, cuando estén listas, podrás meter una o varias flores secas en una bolista y utilizarlas para añadir aroma a los cajones o a los armarios de tu hogar.
Ahora bien, para hacer perfumes, en la industria se utilizan flores, que han sido cortadas en el momento en que desprenden un aroma más intenso, y se someten a un proceso de destilación. De esta manera, se obtienen aceites esenciales, que se caracterizan por ser volátiles y que contienen todo el aroma. Con estos aceites y con otros ingredientes se puede obtener el aroma de la flor en forma de perfume.